25/5/09

Saṃsāra

 - ¿Dónde estamos, sahib Olifant? ¿Cómo hemos llegado aquí?
El viejo elefante contempla al chiquillo de piel canela desde el pozo de sus ojos atemporales, hundidos en pliegues de piel cuarteada. Las dos figuras constituyen la única mancha importante de sombra en medio de una llanura de hierba barrida por el viento en la que, aquí y allá, aparecen osamentas con espectaculares colmillos de marfil.
- ¿Acaso no lo sabes, Bhanu?- su voz suena como miles de guijarros chocando entre si.
- Nunca había estado aquí antes. ¿Se trata de un cementerio de elefantes, sahib Olifant?
- Juguemos a algo. Todavía tenemos tiempo antes de la puesta de sol. ¿Sabes jugar a las prendas? Cuéntame algo triste y te lo cambio por una historia, ¿quieres, Bhanu?
El niño asiente, intrigado, y se sienta a la sombra de la mole de color gris.
- Recuerdo a mi primo Durjaya, que era mayor que yo.Quiso bañarse en el río, en la fiesta de la Kumbh Mela, pero se enteraron de que era dalit (intocable) como yo. Tenemos prohibido juntarnos con otras castas, así que primero le sacaron los ojos y luego lo apedrearon hasta matarlo.
El elefante rodea con la trompa al niño y lo sienta sobre su grupa. Vuelve a hablar y la voz resuena ahora como la corriente del agua en los rápidos del Ganges.

-Hubo un tiempo en el que los hombres eran casi dioses, pero abusaron tanto de la Creación que el gran dios Brahma los castigó privándolos del aliento divino, el cual decidió esconder para que no lo volvieran a emplear mal. Las demás divinidades sugerían "Escóndelo en el fondo del mar", pero Brahma dijo "No, pues el hombre aprenderá a sumergirse y lo hallará". "Escóndelo en lo profundo de la tierra", dijeron los dioses. Pero Brahma dijo "No, el hombre cavará y lo encontrará". "Guárdalo entonces en el pico de la más alta montaña". "No" se negó Brahma, "pues el hombre aprenderá a conquistar las cumbres más lejanas". "Entonces no sabemos donde ocultarlo" se quejaron los dioses. Y Brahma dijo "Lo esconderé en el interior mismo de los hombres. Jamás pensarán en buscarlo ahí". Y así se hizo. Y desde entonces el hombre ha recorrido la tierra, ha bajado a los océanos, ha subido a las más altas montañas, buscando esa cualidad que lo asemeja a los dioses, y todo este tiempo lo llevaba dentro de si.

Bhanu sonríe, encantado, y el recuerdo de Durjaya se desvanece de su memoria.
-Sahib Olifant, ¿eres el dios-elefante Ganesha? ¿Estar aquí significa que he muerto?
-¿Muere el sol cuando se esconde cada noche, Bhanu? ¿Muere la luna cuando se asoma el día? ¿Mueren las cosas para desaparecer, o desaparecen para renacer? ¿Giran las estrellas con la rueda del Saṃsāra? Te contaré otra historia.

-Brahma se aburría en su soledad infinita, así que creó a la diosa Maya. Juntos, diseñaron el sol, la luna, las estrellas y los planetas. Pero Maya retó a Brahma a un juego: crear un ser que fuera capaz de admirar el nuevo universo. Brahma modeló la nada y nació el ser humano. "¿Cuándo empieza el juego, Maya?" preguntó. "De inmediato", dijo Maya y, cogiendo a Brahma, lo cortó en millones de pedacitos. Puso un pedacito dentro de cada ser humano y exclamó "¡Ahora empieza el juego! ¡Olvidarás quién eres y tendrás que encontrarte a ti mismo!" Así, Maya creó el sueño, y aún hoy Brahma trata de recordar quien es.

- Tengo sueño, sahib Olifant.
-  Ya llega la noche, pequeño Bhanu. El sol deja paso a la luna. Es hora de que duermas.

El elefante recuesta con suavidad al niño en el enorme colmillo de marfil, que reluce como una gran luna en cuarto creciente.
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Bhanu = Sol, en hindi
Saṃsāra=  Reencarnación. En sánscrito, fluir.
"Sahib Olifant", dibujo por Efter.

19/5/09

TANTO ME DI

Tanto me di que no me encontraba.
Me di y me llevaste,
primero a tu lado mientras querías
desapareciendo cuando te fuiste.
Me busqué y ya me había ido,
tanto me di que no me encontraba,
te pedí que me devolvieras
pero tú ya no estabas.
Tanto me dí, hasta quien no era,
que no me quedó nada.

3/5/09

Crisantemos para Xiaomei

-Shhh, necesito concentración.
El pincel se desliza con suavidad por el papel de arroz, dejando un rastro negro que varía su grosor gracias a sutiles giros de muñeca. Adoro la carita de concentración de Xiaomei, que mantiene incluso cuando deposita el pincel en el pocillo y mira su obra con los ojos entornados y aire crítico.
-Creo que ya está.
-¿Lo crees? ¿no lo sabes? -estoy un poco molesto porque me ha mandado callar y siento de repente la necesidad de pincharla. Funciona, porque se gira y me mira con detenimiento. Y sé lo que viene a continuación pero ya es tarde para esquivarlo; un suave, sedoso, pero incontenible choque entre continentes culturales: seísmo grado cuatro.
-Te voy a explicar algo que quizás no sabes, si me permites -Xiaomei se aparta el pelo de la frente con un resoplido-. Se puede decir que los chinos tenemos cinco estilos de caligrafía, cada uno con diferencias sutiles que tú, boniato de piel pálida, no puedes captar -cuidado, ahí viene-. Estoy escribiendo en cǎoshū, o “Estilo de hierba”. Probablemente el más difícil o artístico de todos ellos. Nada que ver con el xíngshū (“Escritura rápida”), el que un guǐ zǐ (demonio extranjero) como tú usaría para escribir “Vendo tomates”.

[Una hora después y una consulta en la Wikipedia, y entiendo más allá de lo que ella me cuenta con palabras. Xiaomei es hija de inmigrantes chinos, habla casi perfectamente su idioma y el español, pero sé que se siente perdida entre estos dos mares culturales. La escritura rápida es la que emplea la amplia mayoría de los chinos, y probablemente Xiaomei no tiene mucha dificultad con esto. Pero dominar el cǎoshū parece que es trabajo de años y, sobre todo, de artistas. Comprendo su frustración un poco mejor.]

-Así que no me jodas, pequeño boniato.
Ese “joder” tan castellano, pronunciado con su peculiar h aspirada, me provoca una risa incontenible. Al rato, también Xiaomei ríe, dientes de nácar que asoman.
-Te he traído crisantemos, Xiaomei. Y ni los has mirado.
Ahora se pone seria; últimamente tiene cambios de humor, y tiende a ponerse muy críptica. Pero lo que viene a continuación no me lo esperaba. Coge el pincel, lo moja en la aguada de tinta y (esta vez sí) con rapidez traza unos signos. Luego sopla el papel y me lo entrega: (*)
-No me conoces. En realidad no sabes nada de mí.
-Bueno, sé que te quiero, Xiaomei.
-Sabes que me quieres. ¿Y..? ¿Crees que esto es un cuento de hadas? ¿el amor lo hace todo más sencillo? ¿Cenicienta encuentra a su príncipe español, y éste la salva? Bien, siento decirte que, en China, a Cenicienta no le serviría el zapato de cristal, porque tendría los Pies de Lirio (pies reducidos). Y Caperucita Roja se habría merendado al lobo feroz, un rico guiso de carne de perro salvaje... No sabes nada de mí.
-Te quiero -repito, tozudo. En realidad sé por qué está así; sus padres no aceptarán lo nuestro, va a costar: Romeo y Julieta con salsa Kong bao. La manera que tiene a menudo de  mantenerse a flote es comparar compulsivamente los dos estilos de vida en los que tiene que bregar. Por hoy, prefiero irme y no empeorar las cosas.

Estoy en casa y el papel que me ha dado Xiaomei me quema en el bolsillo. Ella dijo que era chino simplificado, así que... Bendito Google.
Al día siguiente le pido que venga a verme. Entra en mi habitación y sé al verla que sigue preocupada.
-Antes de que digas nada, pequeño boniato amarillo. Mira este vídeo que he hecho para ti- y entro en Youtube.
-¿Sabes que Youtube está censurado en mi país? -Es superior a sus fuerzas. La cojo de la mano y digo,
-Shhh, necesito concentración.







-Es precioso... Fuegos artificiales, pero al revés.
-Son tus crisantemos. Olvídate de los de ayer.
-Es verdad. Parecen ramos de crisantemos. Gracias- y me da un beso-. Los fuegos artificiales se inventaron en mi país ¿lo sabías? - Definitivamente, superior a sus fuerzas. Le aprieto la mano más fuerte.
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 "Chinese Ink", foto por Photon-Painter (Flickr)

(*)  过敏 往 菊 = Alérgica al crisantemo (Fuente: Wordlingo y Portal China)
Escena de los fuegos artificiales: Fragmento de "A woman in winter", donde colabora Yannis Sakaridis, recomendado amigo de Maritoñi