1/6/09

NADA ES LO QUE PARECE



Nunca había sentido esa sensación. Tres sentimientos seguidos en un solo segundo.
Era un día raro, de los que presagian que algo malo va a ocurrir. Mara se cambió el anillo de dedo como hacía cuando se sentía en peligro. Su tía se lo había regalado antes de cumplir los 18 para que le acompañara en la vida. Ella pensaba que al cambiarlo de dedo lo despertaba de su letargo y activaba el efecto protector. Ahora a sus 41 se aferraba más que nunca a estas cosas, ya no se permitía ser lógica y racional, pues había comprobado que en asuntos del alma la única ley es “el todo vale”,y la vida le dolía cada vez más.
Avanzó por el paso de cebra hasta la otra acera. Esas líneas blancas conseguían tranquilizarla, estaban ahí para cruzar con seguridad, ordenaban la realidad, el caos de afuera y por tanto el de adentro. Antes de llegar al final se quedó fijada en una imagen bajo la parada de autobús: una mujer con un carrito de bebé.
No sabía bien qué era lo que le había atraído su atención. Su deseo de maternidad ya había pasado a la historia, pasando por su correspondiente duelo por la pérdida. De esto hacía ya 5 años, cuando Pedro la había sustituido por una aventura en el tercer mundo porque había descubierto que había nacido para dar su vida al prójimo. Mara en aquel tiempo se preguntó si es que ella no valía como “prójimo” con lo próxima que estaba ella siempre a él en todo momento.
Tampoco era la imagen de la mujer ni el aspecto del carrito, de lo más normales en apariencia. Ella mecía el carro con vaivenes acompasados mostrando mucha ternura y dedicación. Se acercaba susurrando palabras cantadas al tiempo que se acariciaba su propio pelo haciendo caracolillos con los dedos.
Entonces, cuando quedaban dos pasos para llegar a la otra acera Mara se paró en seco. El carrito estaba vacío, no había nadie dentro.
Se deslizó de la envidia a la compasión pasando por el estupor en milésimas de segundo, y siguió andando calle arriba acariciándose el anillo.


7 Comentarios:

niñaca dijo...

Que interesante tu relato, Bequi.Cuando yo vivía en XXXXX había una chica con un retraso mental, tenía una muñeca en un carricoche y la paseaba por la ciudad, las mujeres le regalaban ropa para el muñeco y ella le hablaba como si fuera un niño. Un día incluso paró el carrito y le echo una bronca al crio (perdón muñeco, sepa Dios lo que se le pasó por la cabeza. La gente de la calle la respetaban y aceptaron su maternidad. Como en la película de "Lars y una chica de verdad".Qué tristeza me está entrando.
Buenas noches, voy a ver si mi Ismael me dejá preña esta noche.

Lukas ThyWalls dijo...

Bequi, este escrito no es tan triste como los otros... aunque también lo sea un poco.

Creo que Mara se ve reflejada en la mujer y la posibilidad que jamás tenga un niño a su edad. Y el anillo, es lo único que le da esperanzas.

Ya estoy divagando, jajajaja.

PD.: Niñaca, "Lars", que buena... ya veras cuando lo vea la Eponine, jajajaja

Eponine dijo...

En "Lars y una chica de verdad" no es la única peli donde pasa eso. Hay otra que se llama "Opal Dream" de una niña que tiene dos amigos imaginarios que se pierden, y al final todo el pueblo tiene que celebrarles un funeral. Pero prefiero la de Lars, la verdad.

Winnie dijo...

Son miles las historias a nuestro alrededor. Las frutraciones de unos y otros....¿qué sueño ha dejado Mara en los 41 años de camino?...infinitos...Envidia...compasión y estupor...qué mezcla de sentimientos....Besos y feliz martes

Efter dijo...

Es estupendo Bequi, transmite mucha incertidumbre y desasosiego pero justo al final, junto a la reacción de Mara, puedo atisbar un destello de esperanza, cuando lo quiera ella o no se compara con la chica del carrito. La perspectiva te puede venir de muchas maneras. A mi también me ha producido sensaciones encontradas!
Muy chulo.

Maritoñi dijo...

Qué bonito. Buscando niños perdidos tb he estado yo.

Que mal se pasa a partir de los 40.

Besos con azúcar glasé

José Luis López Recio dijo...

Muy bonito y muy biennarrado.
Saludos.
Acabo de hacerme seguidor de vuestro blog.