Porque en la calle, como en casi todo, lo raro destaca entre la uniformidad. Así te abalanzaste hacia el grupo de adoquines rotos, navaja en mano, te arrodillaste junto a ellos, clavándose la piedra en tus rodillas, clavando los dedos en las junturas, clavando el filo de la navaja en la llaga que había perdido casi todo el mortero.
Voy a sacar el adoquín, pensaste. Y lo sacaste, y debajo había arena. La playa bajo los adoquines, que decían en el 68.
Pero tú sabes que no era una playa lo que se escondía tras la calzada; debajo de la arena hay tierra compactada, y debajo un enjambre de tubos por los que circulan líquidos viscosos y turbulentos, la sangre y las heces de una ciudad casi al borde del colapso. Entrecruzados con ellos, otros conductos más estrechos que transportan chispas y latidos, una trama de comunicaciones que palpita al ritmo del teclado del ordenador de señoras solitarias, de señores anodinos, de suspiros de amor y gritos de odio. Y todavía más abajo de los tubos, una gruesa capa de hormigón en masa, como la costra purulenta y rugosa que evita que nada entre o salga de la herida.
Y así cómo van a sentir los pies de los niños el contacto con la verdadera tierra. Y así cómo va a germinar la semilla que yace enterrada en el útero de humus y turba.
Dentro de mil años algún arqueólogo se arrodillará en el estrato más alto, cogerá su láser, hará un corte perfecto en el terreno, lo introducirá en una urna de cristal, la llevará al laboratorio, encontrará el adoquín, encontrará la arena, encontrará la zahorra, los tubos y el hormigón. Sacará la semilla y pensará: realmente fue una época mala para ti.
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Composición Imagen: Umbilical, por Efter
Música: Untitled, por Crash Test Dummies
6 Comentarios:
Mola el texto; la anatomía de la ciudad, ese tiempo donde los arqueólogos hablan de un mal tiempo para ti sin explicar qué fue de él, o de ella....
Es como ese:
"yo era la rosa dorada del sol"
Era.... la historia de un viaje
besos
Hombres y Mujeres de la capital, eso pasa por vivir allí, donde no sólo se usa un aislante cada persona, sino que además se usa un aislante de nuestra madre tierra.
Aunque la tierra siempre gana, por mucho adoquin que se ponga...
Me encanta el final.Verdaderamente cuando uno se cubre tanto algo está pasando...
besitos guapo.
A mi también me gusta mucho el final...
Me alegro de vivir en una ciudad mediana y acogedora
Eres el poeta del asfalto, guapo.
Que bonito texto pero me ha dejao el cuerpo cortao. Un besito
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