30/9/09

FOTOGRAFIAS


He pasado por varios momentos distintos a lo largo del tiempo en mi manera de ver el tema relacionado con las fotos (rachas de querer hacerlas y otras que no; almacenarlas o clasificarlas; romperlas o conservarlas; en color, blanco y negro o sepia; de lejos o primer plano; posado o natural; en marco o sin él; en la mesa del trabajo, en la cartera, o solo en casa; en digital o manual; de monumentos tipo postal o con personas; etc…)
Pero hay una cosa que nunca antes me había ocurrido y sentí hace muy poco tiempo.
Es una sensación muy rara, una mezcla entre certeza interna y negación. Ocurre cuando estás haciendo una foto y sabes que en algún momento te verás delante de ella echando de menos aquel instante porque jamás se volverá a repetir.
Es como fotografiar una farsa, un momento supuestamente feliz viéndote desde un futuro triste que vendrá inevitablemente. Y aunque hagas mil fotos para frenarlo, para que se congele el presente en ese instante concreto, no lo conseguirás: el tiempo seguirá adelante y con él los acontecimientos que tanto has evitado que ocurrieran. Ellos acaban imponiéndose.
Y la foto ahí, gélida, te mira para recordarte que podía haber sido de otra forma.

20/9/09

RAICES Y PUNTAS

Estoy contenta, me he dado cuenta de una cosa, y es que he estado contribuyendo a una buena causa durante el periodo que ha durado mi última relación: “el Javi”, el hijo de mi peluquera tiene moto nueva, último modelo, después de que Pili, su madre, hubiera zanjado un día el tema de la compra con un: “te he dicho que no hay, que te la compre tu padre en vez de andar por ahí invitando a chicas de tu edad”.
Decía que siento que he tenido algo que ver en ello porque he pasado más tiempo allí que en mi casa. Pensad que cuando sonaba el teléfono de la peluquería me levantaba yo por si era para mí. Un día el Javi me dio el beso de saludo a mí en vez de a su madre.
Lo cierto es que este tiempo me he puesto más mechas que la bruja avería y se me ha quemado tanto el pelo de meterle secador que se me han abierto hasta las raíces.
Me he convertido en una yonki del tinte y cuanto peor me encontraba por dentro más color me metía. Creía que estar “arreglada” arreglaría mi pareja, y así, a fuerza de mechas, acabaría por encenderse la del amor.
Pensé que eso tenía que ver con la felicidad …y no me equivoqué tanto porque el Javi anda por ahí dando vandazos con su supermoto, y al verle la cara se me alegra un poquito el alma.

3/9/09

Bolsa de canicas


Y meto la mano en la vieja bolsa de canicas, hundiendo los dedos hasta que quedan enterrados entre bolas de cristal, que están frías y resbalan, chocando entre ellas haciendo un ruido sordo que suena "cloc, cloc" en mi cabeza, despertando recuerdos atrapados en el agujero del juego de las canicas, que suenan "cloc, cloc" al sacarlas de la bolsa, resplandeciendo ahora en la palma de mi mano, pequeños mundos que pesan como los recuerdos enterrados en el agujero del juego de canicas, que suenan "cloc, cloc" al cerrar el puño y sentir como se clavan en mi piel, duras burbujas que encierran humo de color, que suenan "cloc, cloc" cuando abro la mano y caen rodando por el parqué, menos una canica con una cinta  naranja en su interior, que parece un pez dorado que suena "cloc, cloc", golpeando la pared de la canica, porque quiere salir.

Érase una vez un cocodrilo disecado, colgado en la pared, con dos canicas verde botella en lugar de ojos...

Foto: "Canica", por IdlPhoto (Flickr)